domingo, 18 de septiembre de 2011

LA DERECHA HISPANA


EL FRANQUISMO

Por muchas razones emanadas de su pasado en el último siglo, la derecha española es genuina. No es homologable con fuerzas conservadoras de la viaja y nueva Europa. Democracias con arraigo de siglos como Reino Unido y Francia, o democracias que superaron dictaduras como Portugal y Grecia, sin olvidar la democracia alemana que padeció el nazismo, y la italiana que surgió después de vencer el fascismo. La derecha española habita dentro del Partido Popular; asumiendo las raíces ideológicas del más puro franquismo. Cuyo germen proviene de la más rancia derecha, enemiga acérrima de la República, de lo laico y partidaria de la monarquía borbónica histórica de trazos absolutistas y caciquiles. El Partido popular es heredero legítimo del golpe de estado del 17 de julio de 1936. Quien provocó la Guerra Civil e implantó la dictadura. Con la muerte de Franco, asumen la Transición que les coloca en la vía democrática, como demócratas de toda la vida. El consenso constitucional sella la inmunidad de Franco y sus secuaces históricos; quedando impune su genocidio. Fraga ministro estrella del franquismo se convierte en demócrata converso y padre de la Constitución. Su espíritu de franquista neto y nato le impulsa a perpetuar su doctrina a través de Alianza Popular y el Partido Popular. Aznar, Rajoy, Cospedal y Aguirre, son los garantes de mantener el franquismo hasta las últimas consecuencias; eternos huidizos de la derecha y viajeros incansables hacia el centro, como tierra prometida. Esta secuencia está avalada por la historia de los hechos. La Constitución sólo la utilizan como herramienta para guardar las formas, pero la prefieren fosilizada. La alianza trono altar les hace permanentes combatientes de la República, y valedores del status formal del nacionalcatolicismo del cual se alimentan. Este es el planteamiento socio-político-religioso, que el PP mantiene como ideario político, salvando las distancias, tanto en la dictadura como en la democracia. Y como no podía ser de otro modo, el tejido social del cual se nutre y le sigue en todos los comicios, mantiene fidelidad inquebrantable a esta ideología. El perfil del votante de la derecha española no busca respuestas a sus necesidades: Trabajo, servicios públicos de educación, sanidad, dependencia. Tampoco en el campo de los avances en los derechos humanos y sociales. El electorado conservador logra una dicotomía perfecta entre la ideología del partido y las respuestas políticas a las necesidades del momento. Los ciudadanos votarán a Rajoy el 20-N, per se. El líder de turno de los populares representa los valores que aunque anacrónicos, son muy válidos para conseguir el poder. Estos valores, aunque inconfesables, constituyen la fidelidad inquebrantable al franquismo, al nacionalcatolicismo en suma. La política que siguen las comunidades autónomas del PP sobre materias como educación, sanidad, dependencia, no influye en su intención de voto. Es una fidelidad casi dogmática. Y los casos de corrupción no alteran tampoco el concepto ético que de los políticos puedan tener. Se trata de hacer un seguimiento mítico y religioso a las consignas del líder, del caudillo; donde la falta de rigor y las omisiones de información, aproximan su adiestramiento a la manipulación y el engaño. Se pueden cambiar las palabras, pero los conceptos prevalecen “atados y bien atados”.


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