sábado, 25 de mayo de 2013

DESINTEGRACIÓN DE LA ESPAÑA FRANQUISTA. EL FINAL DE LA GRAN FARSA





La Santa Transición fue un espejismo como no podía ser otra cosa. Con los mismos elementos que se construyó la sangrienta dictadura, se trató de edificar una democracia moderna. El proyecto se plasmó sobre la Constitución Española en 1978, pero se llenó de contenido franquista, con el nacionalcatolicismo, el capitalismo salvaje y los caciques de siempre. En 2013 ya es inútil mantener por más tiempo esta Gran Farsa. El pueblo ha tomado las calles. La desigualdad entre la distintas Comunidades Autónomas es patente.   El paro, la miseria, el hambre, la muerte, los desahucios, los recortes de derechos, la emigración de investigadores y de la juventud es insostenible. La pobreza y la exclusión social va creciendo, frente a una clase política muda, ineficaz, corrupta y unas instituciones que sólo están al servicio de los bancos y de la Iglesia. Una palabra se ha puesto en circulación que yacía en los baúles del recuerdo, desde los tiempos de guerra. Y este vocablo es: ¡CRIMEN! Sí, CRIMEN, tal como suena.
Es decir, delito grave: Acción indebida o reprensible. Acción voluntaria de matar o herir gravemente a alguien. Se está gobernando confundiendo voluntariamente la mayoría absoluta, con el poder absolutista. Como consecuencia, se decretan leyes legales pero no justas; pretendiendo engañar al pueblo con la falacia, de que el Gobierno sabe lo que tiene que hacer y de que no hay otra política posible. El Gobierno está cometiendo "delitos graves", aunque los encubra en reales decretos leyes legales. Cuando los enfermos se mueren o no se les atiende según sus derechos constitucionales, a los niños se les restringe el derecho a la educación, a las familias se les echa a palos de sus hogares, estas políticas son injustas y suponen un crimen contra el pueblo. Los políticos no serán unos criminales pero sus leyes, sí lo son. Y si persisten ya no pueden eludir por más tiempo la responsabilidad de los crímenes acaecidos a causa de sus políticas criminales. Aunque los elegidos legítimamente no sean la mano ejecutora.
El espíritu republicano de la constitución de 1931 y el espíritu democrático de la constitución de 1978, fueron vanguardia en ambas épocas. La Jefatura del Estado, no le otorga una diferenciación cualitativa, porque depende del espíritu, no de letra. La Constitución de 1978, el franquisno la ha fosilizado.





ECO REPUBLICANO


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