jueves, 30 de enero de 2014

LA REPÚBLICA ESPAÑOLA


Por Pedro Taracena Gil


LA REPÚBLICA DE LOS MAESTROS




Los valores democráticos, laicos  y progresistas  que defiende la República Española, tienen pleno vigor en el siglo XXI. Por ese motivo el personaje alegórico que en su día se representaba por una mujer, ahora en plana conquista de cotas de igualdad, es preciso compartirlo por una mujer y un hombre. Esta nueva alegoría mostrando su desnudez, representa la libertad en todos los órdenes de la realización humana, sin prejuicios ancestrales y sin complejos de desigualdad.





HIMNO DE LA REPÚBLICA:


Himno de Riego interpretado por la Orquesta Internacional de Praga en Concierto Pilar 2008, 1808-2008 Bicentenario de los Sitios de Zaragoza en el Auditorio de Zaragoza, 13 de octubre de 2008. 


LA REPÚBLICA FRANCESA RECONOCE Y HOMENAJEA A LA REPÚBLICA ESPAÑOLA, MIENTRAS EL REINO DE ESPAÑA, IGNORA LA LEGITIMIDAD DEL RÉGIMEN REPUBLICANO Y SE NIEGA A CONDENAR LA DICTADURA FRANQUISTA.


domingo, 12 de enero de 2014

ALCALDE REPUBLICANO, RAFAEL MONTILLA GARCÍA.




Monumento dedicado a los caídos por la República en Porcuna



Tal día como hoy, un 12 de enero de 1940 moría asesinado en Baza el que fuese último alcalde socialista, a la vez que Presidente del Frente Popular de Porcuna, Rafael Montilla García. Su muerte, al igual que los brutales métodos, no sería distinta a la de otros miles de represaliados por los vencedores fascistas, si no fuese por el silencio de las fuentes escritas al respecto; y las aseveraciones de los familiares que siempre han dicho que previamente a ser fusilado fue torturado hasta la muerte por gerifaltes y lacayos locales venidos de Porcuna.


¡Tus nietos no te olvidan!




jueves, 9 de enero de 2014

EL REY SE MUERE



Foto: Pedro Taracena


 Por José Luis Gómez

A primera vista “El rey se muere”, de Eugéne Ionesco, se muestra como el más grande y contundente poema dramático escrito sobre el propio morir. La escritura de Ionesco bebe en el surrealismo y sus fuentes oníricas, tornándose más poemática que dramática, abriendo cauces inesperados a la percepción de lo real, a la libre capacidad asociativa del espectador.
 Desde las primeras lecturas sentí que la increíble densidad de las situaciones que vive el “rey muriente” tenía más acentos de sueño que de vigilia. Y traté de “soñar” la partitura más cerca del hombre contemporáneo que de la fantasía gótica que, de salida, propone Ionesco.
 Nuestro Berenguer, herido de muerte su corazón, vive su morir soñándose monarca de un reino de pacotilla, roído por la desidia y el desastre ecológico y humano, entre melodías triviales, voces de grandes almacenes y recuerdos de consumo ilimitado. Berenguer es, hasta casi el final, presa del ego más terrible, y sólo la ayuda de Margarita le facilitará la aceptación y el desapego. 
Tal vez podría encontrarse una posibilidad de paz, entendiendo que atacar o destruir al otro, a los otros, no es sino una expresión de nuestro miedo a la desaparición, a ser destruidos. Quizás la reflexión sobre nuestra propia muerte aliviara la tendencia destructora hacia nuestro alrededor. El extraordinario valor del texto de Ionesco como reflexión sobre el morir, alcanza a la generalidad, a la humanidad del siglo XXI, cosida de miedos y apegos.
 Y lo que el público quizás pueda ver con su mirada interior, en este espectáculo del Teatro de La Abadía, sea la lucha del ego de Berenguer, cualquiera de nosotros, que se defiende y cornea cual rinoceronte alado, tratando de esquivar el acoso implacable de la Reina Margarita; un San Jorge femenino, vestido por Balenciaga que, con secreto amor, no le dará cuartel hasta el final. Un cuento necesario. 


UNA ABSTRACCIÓN SUBJETIVA



Foto: Pedro Taracena

Por Pedro Taracena

Hace tiempo en dos ocasiones tuve la oportunidad de ver “El rey se muere”, de Eugéne Ionesco. La primera vez en el contexto político de la dictadura y la segunda en tiempos de la democracia coronada. Pero repasando los programas que conservo como espectador de las obras de teatro a las cuales he asistido, tropecé con esta sinopsis que el gran director José Luis Gómez hizo sobre esta obra. Me pareció una abstracción, al menos yo así lo percibo. Donde el tema de la muerte del rey no es el argumento central, sino la decadencia de una institución, entronizada por intereses en los destinos de un pueblo. Pero que al llegar la consumación de los siglos, el propio sistema rechaza por obsoleta y decadente. Cada cual puede hacer su propia conjetura y vivir a su manera esta peripecia dentro de la misma farsa. Aquí lo que menos importa es que el rey se muera o no, es la monarquía lo que debe de ser capaz de mutar o desaparecer.
Supongamos que sea verdad que la España democrática fue salvada de las garras del franquismo golpista por la ínclita personalidad del Rey. Aceptemos en aras del consenso que la monarquía ha cumplido su función constitucional de árbitro y representatividad del Estado de Derecho. Aceptemos, también, que la Nación que se pretendía crear después de un golpe de estado, una guerra civil y una dictadura, la institución monárquica hubiera supuesto un anacronismo transitorio. Provisionalidad  aceptada como un mal menor y en absoluto estrictamente necesario y mucho menos imprescindible. La coyuntura que además fue consumada con un consenso democrático, perdura más de siete lustros. Sin embargo, hoy la institución monárquica no responde al espíritu de la Constitución. Por desidia de los gobernantes, por intereses de algunos partidos o por desubicación de los tiempos que corren, el pueblo se ha distanciado de la Corona. El Rey y su familia han tenido demasiados aduladores, malos consejeros y compañías nada recomendables. La Casa del Rey se ha dejado blindar por la opacidad y ausencia de crítica por parte de los políticos y los medios de comunicación; abusando de la llamada inviolabilidad constitucional. Los miembros de la Familia Real, como institución, no han estado a la altura de las circunstancias actuales. Han estado fuera de lugar en el siglo XXI. Una institución milenaria entroncada en una Europa democrática, no encaja en el concierto de las naciones modernas. Mientras en la  República la Jefatura del Estado está encarnada en una persona, en una monarquía la misma institución, la máxima magistratura del país, lo integra una familia entera y numerosa en la mayoría de los casos. Donde la conducta de todos y cada uno de sus  miembros, aunque en diferente grado, afecta a la más Alta Institución. No se trata de, “a Rey muerto Rey puesto”, ni tampoco “el Rey ha muerto viva el Rey” y mucho menos “Dios salve al Rey”. Se trata de que la institución persista sin traumas, y lo más importante que sea elegida por el pueblo.


Foto: Pedro Taracena



martes, 7 de enero de 2014

EL REY ENCARNA EL FRANQUISMO





Por Pedro Taracena

La marca España está bajo mínimos. Hasta ahora hemos vivido un espejismo que arranca en la mentira que comienza con el “consenso” de la Transición. El error de origen es haber basado el prestigio de España en bases en sí mismas falsas y volátiles: El prestigio del Rey, los logros deportivos, la transición modélica exportable hacia países que han sufrido una dictadura como la franquista, el desarrollo económico inflando la burbuja inmobiliaria y poco más. Nos han hecho creer que la imagen en el exterior de la democracia española surgida de la transición, era mérito atribuible a los conversos del viejo régimen, en base a la figura del Rey de España. ¡Craso error!

El régimen anterior fue una dictadura podrida hasta lo más hondo de sus cloacas. El camino elegido para llegar a la senda democrática, aunque nos lo vendieron como el mejor y el más adecuado para la España de entonces, fue falso. Solamente salieron ganando los franquistas, los demócratas cedieron terreno y aún no lo han recuperado. Dos países europeos eligieron la ruptura con anterioridad a los españoles: La Revolución de los Claveles en Portugal y después de la caída de la Dictadura de los Coroneles, en Grecia se planteo un referéndum para elegir monarquía o república. El problema constitucional se resolvió al margen de los regímenes anteriores. Sin embargo, en España los escombros del franquismo, lejos de ser desechados y proscritos por perversos y déspotas, fueron los que marcaron el camino para olvidar el genocidio que comenzó en 1936 y terminó en el año 1978, quedando impune la dictadura, sus hacedores y sus crímenes.

El pueblo español una vez desaparecido su Caudillo, fue protagonista de una gran paradoja, que lejos de sentir vergüenza se ostenta con orgullo y además se pretende exportar. Por un lado fuimos capaces de escribir una Constitución que se puso a la cabeza del progreso y del entorno europeo, sin embrago, también fuimos capaces de llagar a un “consenso” no escrito para relegar al ostracismo y silenciar los execrables crímenes de la dictadura. “De aquellos polvos se hicieron estos lodos”. ¿Cómo es posible que una democracia moderna se construya con los restos “todos” podridos de una dictadura? ¿Alguien pensó que nos homologaríamos con monarquías avanzadas instaurando La Casa de Borbón? Los problemas institucionales que padece España son: La Monarquía, la Iglesia y el más grave, no condenar la Dictadura. El Rey y sus influencias internas y externas, configuran una corte de aduladores y compañías “non gratas” (non gratae) para España. La Iglesia fue arte y parte en el anterior estado confesional y los franquistas “campan a sus anchas” fosilizando la Constitución Española. ¿Dónde ha quedado el prestigio de la marca España, si en algún momento le tuvo?

La situación institucional es insostenible. Dice nuestra Constitución, “La justicia enana del pueblo y se administra  en nombre del Rey por los jueces y magistrados”, y yo me arrogo el derecho de opinar y de valorar lo que simplemente observo. Esta situación tiene difícil solución con la actual clase política. Porque a los gobernantes y la oposición del “consenso” se les ha terminado el discurso. Algunos jueces, más de los deseados y los indultos del Gobierno, no hacen honor al artículo 117 de la Constitución. Sin olvidar al Ministerio Fiscal porque depende el Ministro del Interior de turno y a veces confunde el rol de fiscal con el de letrado defensor.

Nuestra Constitución al margen de la Jefatura del Estado, contiene los valores democráticos y republicanos, que ya asombraron al mundo con la Constitución de la II República. No obstante, con la rémora de la “modélica” Transición y sus consecuencias, la salida es difícil con todas las instituciones del Estado bajo mínimos y el prestigio en el exterior diluido en la bruma de la mentira. La familia Borbón, una vez más es protagonista de la Historia de España con problemas que otros países ya resolvieron hace siglos.