viernes, 24 de octubre de 2014

ESPAÑA SIGUE SIENDO DIFERENTE

(Ensayo sobre una peculiaridad)

Por Pedro Taracena

HEMEROTECA

Aitor R. E. es el primer condenado en España por difundir ideas que niegan el genocidio a través de internet. Una juez de Barcelona le ha condenado hoy a dos años de prisión, después de que el acusado aceptara el delito, lo que ha supuesto una sentencia de dos años, frente a los cuatro que le reclamaba el fiscal. Aitor R., según la acusación, gestionaba dos webs desde las que difundía la ideología nacionalsocialista e «ideas y comportamientos claramente antisemitas y racistas», defendiendo la necesidad de instaurar el régimen del Tercer Reich. 

El régimen que España padeció desde 1939 a 1978 fue una sangrienta dictadura responsable de un genocidio que estuvo planeado desde la tarde del 17 de julio de 1936 y consumando hasta 1975. Esta ausencia del Estado de Derecho se ha enmascarado de muchas formas: Alzamiento Nacional, Santa Cruzada de Liberación, Democracia Orgánica, Movimiento Nacional, Todo ello al servicio del lema de: ESPAÑA, UNA GRANDE Y LIBRE. Falange Española, las Fuerzas Armadas, la Iglesia y el Capital, sin olvidar los Caciques, fueron capitaneados por el invicto Caudillo de España, que lo fue por la Gracia de Dios.




Con la muerte del dictador se instauró la Corona de España sobre las sienes del Príncipe de España, que no de Asturias, Juan Carlos de Borbón y Borbón. Según lo había prescrito y establecido el general Franco. Lejos de condenar la dictadura, por obra y gracia del consenso, palabra hasta entonces ignorada por el vulgo, la Constitución Española ignoró en su articulado el régimen despótico y dictatorial ausente de toda legitimidad; dejando impune los crímenes de lesa humanidad cometidos bajo su perversa legalidad.




Desde 1978 hasta nuestros días los neofranquistas han compartido hato y merienda en las mismas alforjas, con los demócratas venidos de la clandestinidad y el exilio. Como era de esperar la conversión súbita de la dictadura a la democracia, ha resultado una farsa obvia, evidente y constatable. Ahora gobiernan España los mismos que en la dictadura, donde hacer apología del genocidio franquista no se contempla como delito, porque la legalidad franquista transmutó por obra y gracia de la Santa Transición, de una terrible dictadura en una serenísima democracia monárquica como si lo fuere de toda la vida.



Este brevísimo ensayo solamente pretende dar algunas pinceladas de veracidad, para demostrar que el slogan de la época del flamante ministro de Información y Turismo, Manuel Fraga Iribarne, de que España era diferente, sigue en vigor. Para más señas de identidad de la transición del caudillaje franquista a la democracia tutelada por los mismos secuaces del sátrapa, Fraga fue el fundador de una franquista Alianza Popular convertida en partido político y más tarde cambiada de nombre, surgiendo el Partido Popular. Esta dinastía despótica tiene vocación de perpetuarse: Franco, Fraga, Aznar, Rajoy… Y en paralelo: Francisco Franco y Don Juan de Borbón, que los dos apoyaron el golpe de estado que derrocó la República, convinieron restaurar el Reino de España e instaurar la Corona en la persona del nieto de Alfonso XIII, Juan Carlos I. No olvidemos que Franco disponía de un Consejo del Reino y que a su muerte, ocupó la sede vacante el Consejo de Regencia. Franco utilizó a Falange Española y de la JONS,  versión española del fascismo imperante en Europa, para implantar una dictadura y un estado confesional. También se hizo llamar Caudillo de España.





En nuestro entorno europeo, evidentemente la historia se escribió de otra forma:
En Francia, uno de los documentos fundamentales de la Revolución francesa  en cuanto a definir los derechos personales y colectivos como universales, fue La Declaración de los Derechos del Hombre y del Ciudadano, aprobada por la  Asamblea Nacional Constituyente el 26 de agosto de 1789, influenciada por la doctrina de los derechos naturales. Los Derechos del Hombre se entienden como universales, válidos en todo momento y pertenecientes a la naturaleza humana. Después de la Revolución Francesa ya nada fue igual; prevaleciendo los valores de la República que tuvieron repercusión universal.





Alemania, con el fin de la 2ª Guerra Mundial fue liberada del nazismo. El saldo fue 55 millones de muertos y un continente sepultado bajo escombros en una de las mayores catástrofes de la humanidad. El holocausto fue un genocidio de tal magnitud que su negación supone un delito y hacer apología del nazismo está penado por la ley. Adolf Hitler fundó el nacionalsocialismo, denominado de forma más popular como Nazismo, y se hizo llamar como el Führer.




Siguiendo con nuestro entorno histórico y geográfico, el 25 de abril de 1974, un alzamiento militar incruento puso fin en Portugal al régimen dictatorial conocido como Estado Novo, fundado en 1932 por Antonio de Oliveira Salazar. El general António de Spínola se convirtió en presidente de una Junta de Salvación Nacional encargada de llevar la democracia al país. Una consecuencia del final de la dictadura sería la independencia de las últimas colonias portuguesas en África. La nueva república portuguesa no se edificó con los escombros de la dictadura salazarista.





Sin salir del Mediterráneo, el 8 de diciembre de 1974 se celebró en Grecia el referéndum sobre la Monarquía. Su convocatoria fue una de las primeras decisiones del Gobierno de Constantinos Caramanlis, que había ganado el 17 de noviembre del mismo año las primeras elecciones generales celebradas en Grecia desde 1964. La campaña del referéndum fue libre y políticamente neutral. El rey Constantino se dirigió al país por televisión, desde Londres, en dos ocasiones, y admitió que había cometido en el pasado errores políticos y que respetaría el resultado de la votación. El 13 de diciembre de 1967, tras protagonizar un contragolpe militar contra los coroneles, Constantino huyó a Roma. Grecia salió de una dictadura militar y en lugar  de restaurar la monarquía, el pueblo eligió vivir en una República.






España es el único país del mundo civilizado en el cual se ha dado un golpe de estado contra una República legítimamente constituida, se ha justificado una guerra civil de tres años, una dictadura de treinta y nueve años y una democracia de treinta y seis años. No obstante, lejos de cerrar heridas se han abierto más y la reconciliación nacional es una quimera por resolver. Una aparte de la Constitución ha quedado obsoleta y la otra ha sido fosilizada por los herederos de la dictadura. España ha traicionado a las víctimas del genocidio franquista y está sufriendo una amnesia frente a su propia Memoria Histórica. Las autoridades venidas de la dictadura hacen apología de los crímenes de la dictadura y a los díscolos y discrepantes con sus criterios sobre el terrorismo, les aplican el artículo que condena la incitación al odio y a la violencia. España es diferente, pero no por mucho tiempo…


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Por Pedro Taracena


lunes, 6 de octubre de 2014

HOMENAJE A MI PADRE


Por Pedro Taracena Gil

"Y aunque la vida murió,
nos dexó harto consuelo
su memoria"

Jorge Manrique, últimos versos de las Coplas a las muerte de mi padre.




CENTRO DE INVESTIGACIÓN Y ESTUDIOS REPUBLICANOS

Homenaje a mi padre. Descarga en PDF.

Publicado en el cuaderno número 76 de CUADERNOS REPUBLICANOS

HOMENAJE A MI PADRE

En su infancia, a los ocho años, apenas sabía leer y escribir. Tanto Don José como Don Gabriel, maestros del pueblo, dejaban el aprendizaje de los más pequeños a los mayores de la clase. Recuerda que el primero, le dio un tirón de pelo porque cruzó corriendo entre el maestro y otro señor que se encontraban hablando frente a frente. Éste le dijo: “Para que recuerdes siempre que no debes de pasar entre dos personas mayores cuando están hablando”. El segundo le intentaba enseñar a leer a correazos y el pánico le impidió aprender. La correa se llamaba la morena y con el tiempo pude comprobar que mi padre y yo compartimos maestro y correa. Don Gabriel fue también maestro de mi hermano y los tres catamos la morena. Compartimos sistema pedagógico y herramientas didácticas.

En los años veinte llega a Madrid, procedente de Yunquera de Henares (Guadalajara), pueblo en el cual había nacido hacía 15 años. Trabaja en una gran carnecería salchichería de su tío, situada en el número 10 de la calle de Santa Isabel en Antón Martín. Se aficiona al boxeo y se afilia al gimnasio La Ferroviaria. Las madrugadas las aprovecha para entrenarse en El Retino. Vive la explosión de júbilo que el pueblo de Madrid vivió con la venida de la II República Española, el 14 de Abril de 1931. Y una señora ya mayor, le augura que “después de este alborozo, se derramará mucha sangre”.

Estalla la guerra civil en el 36 y en el 37, se alista como voluntario en el Gobierno Militar en el paseo de la Reina Cristina, ante la amenaza inminente de que levantaran la exención que disfrutaba para no cumplir la mili por bajo de estatura. Como carnicero de profesión se incorpora en Intendencia y se marcha al frente al lado republicano. Bando que defendía Madrid de los sublevados contra la República.

Por aquel entonces, mi padre mantenía relaciones con una chica venida del cercano pueblo de Villaconejos, para trabajar como criada en la casa de su tío, propietario del negocio. Ante su partida hacia el frente, decide plantear a su novia, abandonar el noviazgo que habían emprendido. Tuvieron que pasar muchos años hasta que supe el motivo de su planteamiento y la reacción de su novia. Mi padre entendió que aunque, esta mujer, era el amor de su vida, la cruda realidad de la guerra, le catapultaba a un abismo incierto. Podía morir, cogerle prisionero, partir hacia el exilio o volver como mutilado en la contienda. Todas estas posibilidades le aconsejaron abandonar cualquier compromiso de futuro, que la guerra les impedía asegurarse. Su novia lo entendió al contrario. Ella entendía que no debía irse voluntario y debía esperar a que le forzaran a marcharse y esperar a que Madrid cayera en manos de los rebeldes, es decir, los nacionales. Como consecuencia se sintió contrariada y rechazada. Parece ser que en aquellos años difíciles y en no pocas ocasiones trágicas, cuando los novios se marchaban al frente, se casaban y así sellaban su compromiso de amor. Aunque en Madrid se casaban por lo civil y podían divorciarse, mi padre no deseaba dejar su destino condicionado a un final trágico, que arrastrara a los dos. Mi padre, y ahora lo veo tan claro como él lo vio entonces, no quiso hacer de la mujer de su vida, una viuda en pocos días o meses. Y consumó su decisión de evitar que le llevaran a la fuerza, los unos o los otros. Por la información que poco a poco me ha ido proporcionando, muy dosificada, sin victimismo alguno y con total ausencia de rencor, he podido conocer algunas pinceladas de su protagonismo en la guerra.

Antes de partir para el frente, le acuartelaron en el convento contiguo a la iglesia de San Pascual, en el Paseo de Recoletos. El templo sirvió de almacén y las celdas de habitaciones para la tropa. La instrucción y las maniobras las llevaban a cabo en el pueblo de Vallecas. Allí conoció a un matrimonio que tenía cinco hijos. La familia al completo era analfabeta y mi padre se dedicó en sus horas libres a enseñarles a leer y a escribir y cuenta que Miguel de nueve años, tenía tal deseo de aprender y de saber cosas, que llegaba siempre antes que él a la improvisada escuela. Entre los utensilios que le proporcionó el ejército de la República, había un plato de aluminio con dos asas, que en el reparto del rancho, procuraba llenarlo hasta arriba y guardar en una tartera parte de su comida para esa familia. El padre se dedicaba a hacer portes y llegada la situación de guerra en Madrid, incluía también el estraperlo dentro de sus actividades de transportista. Entre la familia y el recluta de miliciano, se formó una comunidad de intereses culturales y alimenticios; aliviando las calamidades de una ciudad asediada. El miliciano encargado de cultura era responsable de colaborar en la alfabetización de milicianos y civiles, allí por donde pasaban. Disponían de una biblioteca ambulante que sirvió para que mi padre se aficionara a la lectura.

Mientras estaba en el frente, su ex novia también sufría los efectos del conflicto fratricida. Durante el asedio de Madrid y sobre todo durante las noches, estaba totalmente prohibido encender cualquier punto luminoso. Ante cualquier luz percibida a través de ventanas y balcones, los milicianos gritaban: ¡Esa luz! Y si se resistían podían disparar algún tiro que otro. Cualquier atisbo de luz, era aprovechado por la aviación enemiga para bombardear edificios estratégicos. Y todo aquel que persistiera en tener la luz encendida podía ser acusado de cómplice, espía o traidor. Una noche, la joven sirvienta dejó la luz encendida el tiempo suficiente como para despertar sospechas. La casa era vigilada porque su jefe había sido sorprendido en un mitin de derechas en el cercano teatro Monumental y además su pasado estaba ligado al burgués empresario nada cercano a la II República. Parece ser que el dinero para instalarse como carnicero, procedía de su hermano que a su vez explotaba un doble negocio de carnes y de prostitución. La ex novia puso la guinda al cóctel explosivo. Acompañados por la portera, una patrulla de milicianos, subieron al piso principal y solicitaron información de la persona que había encendido la luz en la habitación de tal balcón. Acto seguido obligaron a vestirse a la criada de la casa y la pidieron la documentación de estar afiliada a algún sindicato. Su jefe disculpaba a su empleada argumentando que la dejación y el abandono eran culpa suya. Había pensado hacerlo pero había hecho dejación. Después de mucho discutir, la portera a modo de portavoz, dijo a la muy asustada doncella que podía irse a la cama. El pánico era compartido por todos los presentes porque el destino de esas personas que sacaban por la noche, tenían un destino común. La checa más próxima ubicada en la calle del Ave María.

Volviendo al frente que retrocedía de Teruel hacia Cataluña, mi padre vivió una secuencia que está llena de matices y sobre todo de contrastes, entre la personalidad de aquel que iba a ser mi padre y el ambiente de una guerra entre hermanos. Me contó que un día se encontraba en el puesto de guardia en un destacamento de intendencia y que se produjo un bombardeo de la aviación nacional. Mi padre se quedó inmóvil, preso de un ataque de pánico, y tan solo los reflejos de conservación le llevaron a cobijarse debajo de una mesa situada próxima al puesto de guardia. Solo se le ocurrió meterse en la boca o morder un embudo que había servido para distribuir aceite y así amortizar la honda expansiva de la explosión. Cuando el efecto del bombardeo terminó y volvieron a la plaza los milicianos, el comisario, tomó por el brazo a mi padre, lo subió sobre la mesa exclamando toda clase de alabanzas y albricias, sobre el valor de aquel miliciano que resistió a la aviación, defendiendo su puesto de defensa y su fusil. Mi padre descubrió en aquel instante las palabras valentía, patria y el concepto de héroe. Los valores morales ya se los había enseñado otro comisario político, que al llegar a un pueblo, se acostaba con las mujeres que más le apetecían, casadas, solteras o viudas… y luego era un gran defensor de la república y el comunismo. Este conflicto estaba lleno de contradicciones trágicas y algunas pinceladas de humor hispano. Durante la noche y cuando cesaban los bombardeos, se establecía un intercambio de mensajes como éste: “Los unos con Dios y los otros sin Dios, hemos armado una que no lo entiende ni Dios”.

En otra ocasión estando reunidos con el mismo comisario, en una tercera planta, éste estaba narrando el caso del bombardeo, donde a mi padre se le reconoció un valor que no tenía, comenzó una vez más a bombardear la aviación enemiga y el mismo y pertinaz comisario volvía a decir: ¡Tranquilos que esto pasará! Y cuando se quisieron dar cuenta estaban todos rodando entre los cascotes del edificio hasta la calle. Allí volvió a ceñirse sobre mi padre la amenaza de ser un héroe de guerra. A su lado había un obús sin explotar clavado en el suelo. Aunque le atribuyeron la heroicidad de haberse salvado, él estaba convencido de que esta bomba pertenecía a otro bombardeo, que en su día no estalló.

Otra anécdota que he tardado mucho en conocer, fue el corte de la arteria femoral, que él mismo se hizo descuartizando una vaca, al escapársele el cuchillo. Esto sucedió en la retaguardia del frente y en retirada ya muy cerca de Figueres. Una reacción rápida y acertada de una enfermera, le libró de una hemorragia mortal.


Cuando se produjo el corte de Cataluña por las tropas nacionales, durante las 24 horas del día permitían el paso libre para que los milicianos que lo desearan, pudieran atravesar la frontera y pasar a Francia por Portbou. Mi padre abandonando una mula con la carga de la intendencia en la frontera, llegó a Francia, junto a miles y miles de españoles que habían luchado voluntarios o por imposición al lado de la República.

Según fue testigo mi padre, su paso por Barcelona se produjo a las dos de la mañana, la ciudad estaba llena de barricadas y al día siguiente fue tomada por los nacionales. Los catalanes, en aquellos momentos ya no pudieron defender el Ebro y tenían suficiente con que les bombardearan el puerto de Barcelona.

En los campos de concentración de San Ciprián y Barcarés, estos derrotados, fueron acogidos por la República Francesa. Allí permaneció mi padre durante nueve meses. No es fácil tipificar en calidad de qué estaban en aquel lugar: Refugiados, exiliados, presos, inmigrantes, huidos… Sólo percibían que sus anfitriones forzosos, les protegían o custodiaban por guardias senegaleses. Que por supuesto no se trataba de ninguna guardia pretoriana, ni mucho menos. Mi padre sintió en sus carnes la misma defensa, ayuda y protección, que el país vecino dispensó a la II República Española. En el campo de concentración, estaban organizados entre ellos mismos para la gestión de los servicios de cocina, distribución de comidas, limpieza de letrinas y demás intendencia. Esto daba una idea del abandono otorgado por sus vecinos. Una prueba del trato recibido, es la oferta que les hicieron de puestos de trabajo con ocasión de la temporada de la vendimia. Por el hecho de estar en esa situación no tuvieron escrúpulos de pagarles la mitad del jornal que a sus compatriotas. Setenta francos de la época ganaban los franceses y treinta y cinco francos los españoles. Considerando que, en el caso de mi padre, venía de ser labrador en su pueblo y el trabajo de vendimiar y de elaborar vino para uso doméstico, ningún patrono francés, le tenía que enseñar nada. Mi padre se negó argumentando que venía de librar una guerra entre españoles, y que al menos por su parte, había defendido los valores contrarios a los que ahora pretendían hacer los franceses con ellos. De forma más campechana: ¡Para eso no se había organizado este follón en España!

Más adelante contaba que habían sido visitados en el campo de concentración, el día 14 de Julio fiesta nacional francesa, por el general Petain. Este día, sí les dieron de comer muy bien. En este lugar improvisado sobre las arenas de la playa, probablemente en Argèles-sur-Mer, le dio tiempo para analizar su presente y pensar en su futuro. Cuando un compañero de su compañía regresaba a España, éste se ofreció de mensajero para hacer llegar a su pueblo las novedades que deseara y no dudó en transmitir a su madre, que no pensaba volver a España porque temía que fueran a tomar represalias contra él. Su idea era viajar a América. Argentina o Méjico. Enseguida se le cerro la puerta de entrada, en Méjico el presidente Cárdenas ya “había tirado las llaves al mar”. Además éste país había amparado a intelectuales, catedráticos, escritores, políticos y ciudadanos de carrera universitaria, perdedores de la guerra y huidos de la represión franquista. El exilio hacia Méjico, era un éxodo de lujo. Pero para los obreros sólo restaba tomar un barco hacia la Argentina, con un pasaje costeado por un familiar que ya estuviera instalado allí. Mi padre, no tenía dinero y tampoco padrino alguno que pudiera ayudarle.

Pasando el tiempo iba acariciando la idea de volver a España. Esperó a tener la seguridad, con todas las reservas que proporcionaba la situación tanto en Europa como en España, de que una vez en Madrid o en Yunquera, nadie presentaría ningún cargo contra él. Un aval firmado por tres “hombres buenos”: Su padrastro, un hermano de éste y un tercero ajeno a la familia, todos del pueblo, hicieron posible la documentación exigida para su regreso. Su jefe y tío, casado con una hermana de su padrastro, rehusó firmar aquella acreditación de buena conducta y sin antecedentes.

Pero antes de regresar a España, visitaron el campo de concentración militares ingleses y les regalaron una especie de grandes camisas o camisones de franela blanca para mejor soportar el frío durante la noche. Aquellas prendas fueron tomadas por los españoles como improvisadas prendas litúrgicas. Revestidos de aquellas casullas, albas o hábitos penitenciales, fingieron celebrar procesiones y demás desfiles irreverentes; haciendo chanza y mofa del nacional catolicismo, que ya estaba plenamente instaurado en su país. Este camisón acompañó a mi padre en su viaje de regreso. Una vez en su poder el salvoconducto, sin mancha alguna en su ficha, emprendió el regreso hacia donde nunca debió salir. Al menos por estos nefastos acontecimientos, atravesando la frontera por Figueres. En esta ciudad catalana estuvo un día retenido en la plaza de toros, sin comer, hasta emprender el regreso a Madrid.

Concretamente se tenía que presentar en Yunquera de Henares, el lugar donde había sido reclamado. No obstante, al llegar a Madrid, acudió a la casa donde había vivido y trabajado. El sereno avisó a sus tíos de que alguien ajeno a la casa, solicitaba que se le abriera la puerta. Para poder acceder al piso principal, primer piso situado sobre la tienda donde trabajaba. Una vez que el sereno abrió la puerta de la calle, mi padre accedió a la casa y tuvo que abrirle la puerta, en calidad de sirvienta, su antigua novia. Tan pronto como abrió la puerta y contempló que el improvisado huésped, era su antiguo novio, se encerró en su cuarto y rechazó todo saludo de bienvenida y cualquier relación con aquel, para ella, desconocido. Mantenía intacto el rencor por el abandono en el cual se había encontrado, negando a su antiguo novio cualquier oportunidad de explicación. Si no fuera el hijo de ambos quien escribe este relato, nadie podía pensar que aquella pareja de novios que saltó hecha añicos por los aires, pudiera tener arreglo.

Seguidamente tuvo que hacer acto de presencia en el pueblo. Allí, aparentemente, todo fue fácil y sin ningún tipo de represalias. Sin embargo, mi padre, como si hubiera tomado un cuentagotas ha ido dejando caer en estos últimos años, anécdotas amargas y menos amargas. El pueblo le recibió como si nada hubiera pasado. Su falta de significación, ni en un sentido ni en otro, le sirvió para volver a ser aceptado y sin reclamarle culpabilidad alguna, venganza o represalia fratricida. Pero en su pueblo se encontró que sí se hacían notar aquellos que habían ganado la guerra. Los vencedores exhibían y ostentaban la bandera de la victoria en todos los acontecimientos del pueblo y en cualquier relación entre los vecinos por nimia que fuera. Uno de los vencedores al verle, no pudo reprimir su sorpresa y exhaló un exabrupto irónico, cargado de intenciones caínicas: ¿Conque vienes de Francia, eh? La frase lo decía todo. Recién llegado del exilio, había participado en la guerra en el lado de los republicanos y el malintencionado convecino, con los falangistas, debían de seguir siendo enemigos. Ahora el sorprendido soy yo de que hubiera quedado sólo en una frase, que se intuía como una amenaza velada.

Vuelve a Madrid y sus ojos siguen puestos en la mujer que hasta el momento de partir para la guerra, era su novia. Pero aquella mujer seguía sin aceptar al recién llegado. El despecho que sentía hacia su ex novio, le impulsó a regalar a su hermano el jersey que estaba tricotando para él, cuando se produjo la ruptura. Pero vivían y trabajaban en la misma casa. A ella le asistía un carácter pertinaz y fácil de alterar y a él, un temperamento templado y muy paciente. Al fin, sin que ella diera su brazo a torcer con un explícito asentimiento, demoró el “sí quiero” ante el altar y aceptó casarse. Ambos viven un largo matrimonio donde han sido capaces de consumar el increíble ensamblado de dos almas tan diferentes.

La boda se celebró en el pueblo de la novia, un dos de Enero de 1944. Su viaje de Luna de Miel se llevó a cabo en El Escorial y a su regreso se instalan para vivir en Yunquera en el pueblo de mi padre, aunque él seguía trabajando en Madrid. Mi nacimiento el 29 de Octubre de 1944 se produjo en la capital, regresando al pueblo y permaneciendo allí hasta la adolescencia.

Las circunstancias de la guerra obligaron a mi padre a volver a trabajar en su casa. Los hermanos de madre del segundo matrimonio de mi abuela paterna, aún eran muy pequeños. Uno de sus dos hermanos mayores de las primeras nupcias, se encontraba haciendo el largo servicio militar en el ejército vencedor. Su participación en la guerra con los republicanos, no le eximía de repetir la mili. Más tarde el otro hermano se enroló voluntario en la División Azul. Mi padre se convirtió en el garante de la continuidad de la casa de labranza.

Pero cuando el tiempo parecía que iba sepultando aquella época negra de su exilio en Francia, apareció el famoso camisón blanco de franela, regalo del ejército británico. Y héteme aquí que, mi madre lo despiezó y confeccionó varias prendas de abrigo para su primogénito, es decir, para mí. No hace mucho tiempo que mi padre, me dio a conocer el destino de aquella prenda. Como ha sucedido a lo largo de esta pincelada biográfica. Pasaba el tiempo y lejos de curar las heridas de la guerra, mi padre era testigo, como el resto de los vecinos del pueblo, de la continuación del odio entre los vencedores y vencidos. Algunas mujeres tachadas de rojas les hacían cortar el pelo y tomar aceite de ricino. Sobre esto último pude sentir, como experiencia propia lo que suponía una purga con ese aceite, porque cuando era niño, nos purgaban de esa atroz manera, aunque después nos daban una cucharada de azúcar. Azúcar que no creo que dieran a las mujeres purgadas. Los paisanos conversos del nuevo régimen, ocupaban los puestos paradójicos de Juez de Paz, Correos, Corporación Municipal, la Acción Católica y por supuesto el cura, la Guardia Civil y los maestros, eran los guardianes del nuevo orden. Mi padre mostró con sus hijos una discreción exquisita. Jamás se significó en un lugar, ni en el contrario. Tuvo la positiva habilidad del hombre justo y prudente. No transmitió odio ni rencor. Y me consta que sufrió mucho pero supo darnos seguridad y al mismo tiempo nos dejó libertad para optar por todo menos por la revancha. Prefiero que haya sido parco en contarme lo que era evidente y sin embargo, agradezco que me haya regalado un solo lienzo con escasas pinceladas impresionistas, pero suficientes para descubrir el hallazgo del hombre cabal que siempre intuía que estaba dentro de él. Un hombre que aunque pequeño de estatura, digno de apodarse el grande por sus hechos.

Me enorgullezco en pertenecer todavía a las generaciones que a nuestros progenitores les hemos llamado siempre padre. Como hijo, no encuentro otra palabra más preñada de significado para mí.


Imagen restaurada por el fotógrafo Serapio Carreño, fotógrafo de la Real Sociedad Fotográfica de Madrid

EPITAFIO:

Mi padre, gran jugador de ajedrez, siempre plantó cara a la muerte, pero tarde o temprano, sobre el tablero de la vida, el jaque mate final es patrimonio de la dama de las tinieblas. Aunque no lo tuvo fácil. Las últimas jornadas de mi padre agonizando, me hicieron recordar el concepto que sobre la palabra agonía, tenía Miguel de Unamuno. El ser humano que se encuentra agonizando, no está acabando, sino que está luchando contra la muerte, apostando por la vida. Pero en el ring de su lecho, la muerte le venció por KO, aunque él la hubiera ganado por puntos. Desde la mañana del sábado 19 de Mayo de 2007, siete días después de su muerte, sus cenizas descansan a los pies de un enebro; fundiéndose con el sudor de sus años de labrador, en esas mismas tierras. Al olor del cantueso y el tomillo. El campo teñido del blanco, amarillo y verde de la jara. En el monte del pueblo que le vio nacer, Yunquera de Henares, Dama de la Campiña. Ah, el día anterior a su muerte atrapado de su enajenación mental, aún se permitió evocar a Calderón: “…y los sueños, sueños son”. Ese fue su testamento.



ESPAÑA: UNA GRANDE Y LIBRE


Por Pedro Taracena




Artículo 2 de la Constitución Española (1978)
“La Constitución se fundamenta en la indisoluble unidad de la Nación española, patria común e indivisible de todos los españoles, y reconoce y garantiza el derecho a la autonomía de las nacionalidades (*) y regiones que la integran y la solidaridad entre todas ellas”.
El contenido del artículo 2 está relacionado con el artículo 8 donde recuerda que: “Las Fuerzas Armadas tienen como misión garantizar la independencia y soberanía de España, defender su integridad territorial y el ordenamiento constitucional”.





Artículo 1 de la Constitución de la República Española (1931)
La República constituye un Estado integral compatible con la autonomía de los Municipios y las Regiones.





Es fácil constatar que el contenido del artículo 2 y parte del artículo 8, es una cuña irremediablemente franquista, más aún, militarista si hablamos con propiedad. Mientras la Constitución republicana únicamente utiliza la palabra integral, la Constitución monárquica plasma cuatro vocablos, todos al cual más evocador del lema del Caudillo de España que lo fue por la Gracia de Dios: España: Una, Grande y libre. Introducir en el texto constitucional el concepto de unidad, nación y patria, de forma exclusiva y excluyente es un despropósito. Los franquistas y los militares dejaron reflejada en la Carta Magna su vocación continuista, imponiendo ante las exigencias nacionales periféricas el término ambiguo, improvisado y convencional de nacionalidad (*).





La unidad nunca puede ser un fundamento absoluto en sí misma y menos decretar que esa unidad corresponda a una patria y una nación. El concepto unidad hubiera sido más válido si se le añade la palabra diversidad. El concepto nación tiene mucha relación con las emociones y los sentimientos, y la palabra patria se mueve en el romanticismo épico del ardor guerrero. Encorsetar en el texto constitucional que todo el territorio que llamamos España, deba de ser una unidad granítica, es simplemente una mentira. Y negarse a reconocer que España está constituida por diversas sensibilidades nacionales, es tener reminiscencias franquistas. El nacionalismo español negó y persiguió que  los españoles formamos desde tiempos pasados un rico mosaico de naciones. Somos una nación de naciones.  El Tribunal Constitucional retiró del Estatut de Catalunya el valor jurídico de la Nació Catalana, con ello demostró su vínculo con el pasado franquista, y su ignorancia de lo que es un sentimiento de pertenecer a una nación, una lengua materna, un arraigo histórico y para no pocos  ciudadanos de España una patria. Todas estas magnitudes no se pueden medir y mucho menos encorsetar en una Constitución, que sólo debe de entender de derechos y deberes. El sentimiento de ser o no ser  español no lo otorga la Constitución. La nacionalidad constitucional es un derecho legítimo y legal o por conveniencia, que nada tiene que ver con un sentimiento. Referente a la unidad patria, tampoco se impone por mucho que los Reyes Católicos unificaran España. Si a esa amalgama de realidades no reconocemos una diversidad, esa unidad sólo sirve para complacer al franquismo más recalcitrante.





España vive en estos días unos momentos convulsos por muchos motivos: La ineptitud del Gobierno ante la situación catalana, la corrupción sistémica y generalizada de las instituciones y de la clase política, todo ello agravado por la crisis económica donde solamente el pueblo es el pagano de un delito que no ha cometido: Paro, hambre, desahucios, pobreza y muerte… El perverso y delictivo inmovilismo de Rajoy está esperando a ver si  con la ley en forma de mazo, aplasta a una parte del pueblo que quiere que se siente a dialogar convocando a todas las instituciones en busca de un pacto de Estado. La Constitución fue tutelada por el franquismo y el ejército, pero ya su texto no responde a las exigencias de los españoles del siglo XXI. Los partidos políticos tienen que renunciar a la nada modélica Transición porque ya se ha demostrado que la reconciliación entre los españoles no ha sido posible. Los pasos que puedan dar el Tribunal Constitucional y el resto de las instituciones, incluyendo a los jueces, están contaminados de los vicios y perversiones de la dictadura…





Es de esperar que Rajoy llevado de su perfil parco, torpe y terco, no caiga en la tentación de resolver este conflicto político por vía judicial y policial, porque no resolvería absolutamente nada y la quiebra social tendría resultados irreparables. Es un escenario difícil de imaginaran pero muy verosímil con el inquilino de la Moncloa…





(*) nacionalidad.
1. f. Condición y carácter peculiar de los pueblos y habitantes de una nación.
2. f. Estado propio de la persona nacida o naturalizada en una nación.
3. f. Esp. Comunidad autónoma a la que, en su Estatuto, se le reconoce una especial identidad histórica y cultural.
4. f. Esp. Denominación oficial de algunas comunidades autónomas españolas.
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Es evidente que las acepciones 3 y 4 son una adaptación de la semántica que convencionalmente se determinó para el uso político y constitucional, genuinamente español.





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